jueves, 2 de mayo de 2013

EN EL DIA INTERNACIONAL DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN


La libertad de expresión es un bien que presupone la libertad de pensamiento, porque ambas libertades se dan la razón de ser de cada una.

Los opresores siempre han encontrado en la prohibición para pensar y para hablar y decir lo que se piensa, la mejor atmósfera para que todo mundo se vuelva obediente.


La libertad es un bien que empieza a apreciarse cuando algo o alguien la amenaza, aumenta su aprecio cuando la amenaza toma forma y aumenta todavía más cuando se ha perdido, pero nunca tanto como cuando se la necesita y no se tiene. En este caso se cumple aquello de lo dicho por Dante, que no hay mayor dolor que el recuerdo de los tiempos felices en la miseria. 

La persona libre extiende su tolerancia en forma natural a los que le critican, pero nunca debe caer en la permisividad; de modo que,  dadas las circunstancias,  la mejor respuesta es el silencio, aun en la provocación extrema.

Recordamos ejemplos de periodistas nacionales que fueron víctimas de la intolerancia del poder absoluto, como Juan Ramón Molina y Paulino Valladares; el editorialista de El Cronista don Alfredo Trejo Castillo, y otros casos perdidos en la memoria histórica de los hechos no escritos ni descritos, como el cierre de Diario El Norte y el exilio de su director propietario, don Vidal Mejía y de su colaborador Ezequiel Ezcoto.

 Nada más oportuno que anunciar la visita próxima de una misión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) a fines de mayo, para estudiar en su contexto a la libertad de pensamiento y de expresión amenazada en estos momentos, y darle seguimiento a la Conferencia de Seguridad, Protección y Solidaridad para la Libertad de Expresión, celebrada en Tegucigalpa en agosto del 2012.

Qué bien que la historia, se escriba (bien o mal) o no se escriba, está dejando bien claro quién defiende y quien trabaja en contra de la libertad.    

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