A veces es difícil saber qué cosa es
peor, si tener un mal hermano o un mal vecino, pero lo que no deja lugar
a dudas es lo lamentable de tener un mal vecino y un peor hermano. Así me hacen
pensar las pésimas relaciones limítrofes de El Salvador con Honduras, pues la
máxima de oro del primero parece ser lo mío es mío y lo tuyo es mío; por ello
ya hubo en 1969 una guerra, no por un partido de fútbol sino por serios asuntos
limítrofes y migratorios.