viernes, 9 de septiembre de 2011

Pobre, niño pobre de Honduras

Tu hambre comienza en el vientre de una madre desnutrida, y tu sed de justicia con el primer latido del embrionario corazón.

Por eso cuando naces, tu llanto es más fuerte que el de otros niños, ya que en él va tu protesta y tu esperanza. Una esperanza postergada de que alguien te guíe a una sociedad sin hambre de pan, con alfabeto y con justicia.

Hoy naces para ser un retrasado en tu desarrollo mental y físico. Bien porque así lo predispuso la herencia de tus padres, pero más que todo porque a medida que creces te alimentas con leche de madre desnutrida y luego con insuficiente carne, vitaminas y minerales.

A nadie se le ha ocurrido analizar cuantas deficiencias tiene la leche de tu famélica madre, pero nuestra obediencia ciega a las consignas extranjeras nos hace predicar que es la mejor leche para ti.

Luego, cuando creces, hay desalmados que hasta se roban la leche que otros pueblos te han regalado. Hoy, en tu día, bebe tu ración de desnutrición, mientras los demagogos beben champaña en tu nombre.

Así irás acumulando deficiencias físicas y mentales, como huellas indelebles grabadas en tu cerebro y en tu cuerpo, a las que se agrega el analfabetismo que te afecta a ti y a treinta de cada cien niños hondureños, que nunca irán a la escuela.

Pero ten paciencia porque cuando -seas adulto, servirás para que un gobierno demagógico te utilice para una campaña de alfabetización del adulto. No importa si para ello tengamos que pedir prestado, aumentando todavía más una deuda que no podemos pagar.

Si alguien te ofrece trabajo y eres menor de 16 años, debes aceptarlo para completar el salario de hambre de tus padres. Ten la seguridad que el Estado, tu ilusorio protector, ya legalizó tu explotación en el Código del Trabajo.

Crece tranquilo, que al crecer sin educación nadie te prohibirá votar, para que con tu voto analfabeto escojas a los mismos que hoy se quedan con tu leche y tu educación. Y encima de eso oprimen y se entregan a los que te reprimen a ti y a tus padres.

Si tienes la suerte de sobrevivir al primer año de esa vida, alégrate, ya que no fuiste de los cuarenta niños hondureños que diariamente mueren víctimas del hambre v las infecciones intestinales.

Tu fortaleza será puesta a prueba en cada año de tú vida, cuando consumas aguas contaminadas de los ríos y quebradas, y camines descalzo para llegar a donde te esperan las cacerolas vacías, mientras las autoridades de salud le dicen a tu madre que hay que lavarse las manos para comer, con un agua que no tienen en tu hogar.

Sobrevive para que cuando te hastíes de las condiciones de tu vida, protestes y seas víctima de la guerra preventiva de tus opresores, contra los que subvierten este orden y sistema tan injusto pero democrático. Tan democrático que aunque analfabeto, te permite votar por tus opresores.

Sobrevive porque quizás logres ver algún día a un nuevo Morazán o a un Bolívar parido por una desnutrida madre hondureña, pero que haya dado al privilegiado la mejor de las herencias: dignidad y grandeza de espíritu, dos ingredientes que hacen falta en nuestros líderes actuales.

¡Oigo un grito más fuerte! ¿Eres tú el esperado niño redentor? Quizás ya naciste en este día consagrado a los niños y anuncias que estas listo para la empresa de liberar a tu pueblo y a tu patria.

Espero conocerte algún día y ver como echas del templo a los fariseos.

  • Pobre, niño pobre de Honduras, fue redactado en el marco de la celebración del Día del Niño, el 10 de septiembre de 1983